Las personas y el mundo en el que vivimos estamos en permanente evolución. Para vivir y prosperar, se necesita reconocer, antes que nada, que los cambios no dejan de producirse y que, por tanto, es necesario ingeniar permanentemente estrategias con las cuales trabajar en línea con lo que realmente necesitamos.
Demasiadas son las veces que sabemos que algo no va del todo bien en nuestra vida, y que necesitamos un cambio para mejorar, pero que no tenemos verdaderamente claro qué es lo que queremos y por dónde empezar.
En primer lugar es muy útil saber que disponemos de dos mentes: la mente consciente y la mente subconsciente. Esta dualidad fruto de la evolución a partir de los mamíferos superiores, nos evita estar siempre examinando con detenimiento el mundo que nos rodea y nuestras señales internas. Para ello, el subconsciente, capaz de procesar veinte millones de estímulos por segundo (frente a los escasos cuarenta de la mente consciente) se encarga de percibir las condiciones del entorno y reaccionar de forma inmediata seleccionando un comportamiento previamente adquirido (aprendido) y toda sin la ayuda, la supervisión o siquiera la conciencia de la mente consciente.
La existencia de nuestra mente subconsciente tiene múltiples ventajas. Si has aprendido a conducir recordarás la primera vez que te sentaste delante del volante, la cantidad ingente de información a la que tenías que prestar atención y lo difícil que resultaba en un principio. Con el tiempo y la experiencia el subconsciente se encarga de ir asimilando esta habilidad y te permite conducir teniendo la mente consciente ocupada en otras cosas, como por ejemplo llevando una conversación con otra persona o repasando la lista de la compra.
Esta introducción de la existencia de las dos mentes es útil, porque del mismo modo, la clave u origen de nuestro cambio puede encontrarse en cualquiera de estos dos niveles (consciente o subconsciente). Si no sabemos esto, y si no permitimos que haya un diálogo entre ambas mentes, puede ser realmente difícil descifrar qué es exactamente lo que necesitamos, lo que nos puede llevar a tomar decisiones equivocadas o cambios que no nos lleven a los resultados esperados.
En este sentido, una aproximación que nos permite comprender cual puede ser realmente la palanca de nuestro cambio y por dónde empezar es el llamado «alineamiento de niveles lógicos». Un persona bien equilibrada tendrá todos los niveles lógicos alineados, lo que le permitirá vivir una vida más plena y feliz, dotándole además de una confianza y seguridad en sí mismo difícil de imaginar, basada en una extraordinaria coherencia entre lo que es, lo que piensa, lo que siente, lo que dice y lo que hace.
Los niveles lógicos tienen diferentes grados de profundidad y van desde lo más externo en un nivel consciente, hasta lo más interno asentado en lo más profundo de nuestro subconsciente. De lo más externo a lo más interno son:
- Entorno. Es el contexto físico en el que te desenvuelves. Tiene que ver con el tiempo, el lugar y la gente con la que te relacionas. ¿En qué lugar es donde mejor trabajas? ¿De qué tipo de gente te gustaría rodearte? ¿A qué hora del día te sientes mejor? ¿Quién o quienes te agotan o te dan energía?¿Dónde te gusta vivir?
- Comportamientos. Tiene que ver con todo aquello que haces y dices. Son las cosas en las que, conscientemente, te involucras. ¿Qué cosas haces que hagan interesante y divertida tú vida?¿Qué cosas te oyes decir con regularidad?¿Cuál es tú lenguaje corporal?¿Cuáles son tu hábitos? ¿Cómo te relaciones con los demás?
- Capacidades y habilidades. Son comportamientos y talentos interiorizados, que seguimos tan bien que podemos realizarlos sin el mayor esfuerzo consciente.¿Tocas algún instrumento? ¿Juegas bien a algún deporte? ¿Qué habilidades has aprendido de las que estés orgulloso?¿Eres experto en algo? ¿Qué cosas se te da hacer especialmente bien?
- Creencias y valores. Son los principios fundamentales que te guían y motivan a la hora de hacer algo. ¿Qué es lo más importante para ti?¿Para qué te esfuerzas? ¿Es el dinero lo más importante para ti, o más bien la familia? ¿Qué consideras que está bien o está mal? ¿Crees que te mereces algo mejor?
- Identidad. Nos define, es lo que creemos que somos. ¿Quién eres realmente? ¿Qué tipo de persona eres? ¿Cómo te definirías o te definirían los demás? ¿Cuántos roles desempeñas en las diferentes áreas de tu vida?
- Transpersonal. Más allá de la identidad, nos conecta al panorama general cuando nos preguntamos por el sentido y propósito de nuestra vida. ¿Qué misión tienes en este mundo?¿Qué te apasiona realmente? ¿Cuál te gustaría que fuera tu contribución a los demás? ¿Quieres dejar huella? ¿Cómo o por qué te gustaría que te recordaran?
Y ahora, ¿Por dónde puedes empezar?:
- Lo primero es reconocer si sientes que tus niveles lógicos están bien alineados o no. Sabiendo que este es el caso cuando te sientes incómodo y sabes que las cosas te gustaría que fueran de otro modo.
- Averigua dónde necesitas iniciar tú cambio. Esto se logra preguntándose ciertas cuestiones que te ayuden, profundizando si es necesario en el subconsciente, a identificar qué es lo que quieres realmente.
- Una vez identificado el nivel lógico, ajústalo de manera que se alinee con los demás. Los niveles más superficiales del cambio (entorno y comportamientos) puede que sean más fáciles de cambiar, cambiando de contexto físico, lugar donde vives o quizá con un pequeño cambio en tus hábitos. En los niveles más profundos quizá necesites acceder a tu subconsciente, realizando un ajuste en tus creencias, valores o desarrollar una nueva identidad que se adapte mejor a ti mismo.
Es importante destacar que los cambios que realices en un nivel lógico pueden afectar al resto de niveles, y que cuanto más profundo sea ese cambio, mayor impacto, duración y efectividad tendrá. Además, recuerda que siempre es útil acudir a un experto que te ayude.